Si hablamos de las guas termales del Camino Portugués automáticamente nos ponemos en Caldas de Reis. El termalismo está tan presente en esta localidad que hasta su nombre hace mención a las aguas calientes.
El agua es el elemento vertebrador de este municipio, capital de la comarca Ulla-Umia. Además de ser una villa termal, Caldas está bañada por los ríos Umia y Bermaña, que corren entre cascadas, puentes y playas fluviales. El agua da vida también a un sinfín de jardines, que permiten realizar largos paseos por todo el centro urbano.
El agua que durante siglos calienta los minerais y brota de las entrañas de la tierra ofreciendo sus propiedades curativas para el cuerpo y el espíritu, es el recurso más importante en el nacimiento y desarrollo de Caldas de Reis.
Las aguas minero-medicinales de Caldas pertenecen al grupo de aguas sulfuradas cloruro-sódicas hipertermales. Desde el punto de vista de la hidrología médica, este tipo de agua es, tanto por su temperatura como por su composición, de las más interesantes de todo el espectro minero-medicinal.
Las aguas de Caldas están indicadas para afecciones de vías respiratorias, reumáticas, piel, ginecológicas e quirúrgicas. Por otra parte, la fuente pública de las Burgas, con su típico marco al aire libre, permiten realizar la cura hidropínica (toma de agua por vía oral).
La villa termal cuenta en el núcleo urbano con dos balnearios:
El Balneario Acuña, que nos trae muchos recuerdos sobre nuestros primeros caminos en sus habitaciones antiguas pero con ese encanto de principios del siglo XIX, hoy cuenta con una importante reforma y el Balneario Dávila, que cuenta con un hermosísimo cañaveral con cañas de bambú, único en su género que merece la pena ver en determinadas épocas del año se puede apreciar cómo estos bambus crecen.