Hay veces que no estás en el Camino de Santiago pero sin embargo sientes la conexión con la peregrinación a través de las personas. Este relato de historias peregrinas es un modo más de ver todo lo bueno que hay en el camino!
Aunque estés a 3000 kilómetros de Santiago y de su flecha amarilla, o en lugares poco habituales como un aeropuerto también te puedes sentir peregrina.
Te pongo en situación. Cuando vas a recibir a alguien en un aeropuerto, todo es alegría, pero ayyy cuando vas a las temidas “DEPARTURE” todos son dudas <¿donde hay que facturar, chekin, puerta de embarque, el avión saldrá, a que hora?, no se inglés fluido me entenderán …> pero si además vas a llevar a familiares la cosa aún es más intensa, la melancolía y el lidiar con el se perderán hace que estar en el aeropuerto sea peor que la sala de espera en un dentista antes de sacarte 2 muelas. Que digo dos!! 7 si es que eso es posible. El corazón va a mil con tanto nervio. El caso es que de repente ves a un señor en pantalón corto, con botas, mochila y UNA CONCHA del Camino de Santiago.
Te mira, tu lo miras, te guiña un ojo y respiras una bocanada de tranquilidad para pensar “perfecto estoy en el mundo, estamos conectados y hay amigos Peregrinos”.
Otra situación es estar en el hospital, un lugar que asusta quizás casi tanto como un aeropuerto 😉 y allí por debajo de la manga de la bata blanca asoma el dibujo de una flecha, perfecto, se que ha hecho el camino, se que hay bondad, todo va bien.
Alguien viene a cuidar de lo que más quieres, y de repente ves un tatuaje del camino, lo sé es la persona perfecta y maravillosa que cuidará. Y efectivamente, ahora es familia.
Todas estas cosas me han pasado, el camino de Santiago va con nosotros peregrinos!
Gratitud peregrina!